MOVIMIENTOS DE LIBERACIÓN NACIONAL Y CRIOLLO
En los descendientes de españoles, o españoles mismos, de la América Hispana, que constituyen la alta sociedad y pretenden ser la clase dirigente, presumiendo de ascendencia blanca frente a los mestizos y mulatos; aunque con "un octavo de sangre india o negra" podían ser considerados criollos. El absolutismo borbónico del XVIII multiplicó los cargos y la llegada para desempeñarlos de españoles, los cuales, si se convertían en instrumentos del poder local de la oligarquía criolla, se incorporaban a ella y a su pugna y rivalidad con las autoridades que pretendían dominar la situación en virtud del poder de la Corona. Los que hicieron la independencia o emancipación de la América Española fueron criollos junto con los españoles que se les unieron, para reunir el poder político al económico en nombre del Pueblo Soberano y sin dejar de presentarse como libertadores frente a la opresión y hasta los abusos de "los españoles". Los abusos sobre los indios y negros fueron realizados por una parte de los españoles que fueron a América, no de los que no fueron. De ellos desciende la oligarquía que continúa rigiendo esos países que dividieron y subdividieron. Los encomenderos son los latifundistas antecesores, y en muchos casos antepasados, de los criollos. La revolución liberal e independentista de Iberoamérica fue realizada, no por los indios, mestizos, mulatos y negros, sino por un parte de los criollos, otros fueron realistas, como los de España, fieles a la hispanidad y a la monarquía en conexión con su fe católica y consecuentes con ella. Para entender la nueva visibilidad de lo indígena, es conveniente hacer una aproximación sobre políticas de identidad que conceptualice la identidad no como una “esencia” sino como un “posicionamiento”. Desde una perspectiva histórica, debe aclararse que conceptos como: “indígena”, “indio” o “aborigen” son una invención colonial. La categoría general ”indio” no dice nada acerca del significante; al contrario, debe ser concebida como un espejo, una suerte de rompecabezas de imágenes negativas de auto identificaciones blancas y occidentales. Los “indios” eran vistos como tradicionales, pasivos, retrógrados o insignificantes, mientras que los conquistadores españoles y los colonos británicos se auto identificaban como modernos, progresistas, activos y educados. Indígena / indio / nativo es una categoría multi-étnica que permite un rango extenso de auto-adscripciones y adscripciones por otros. Esto también es revelado en estadísticas. De hecho, se estima que en América Latina, el 10 por ciento de la población es indígena. Sin embargo, una vista más detallada demuestra la dimensión política de la demografía. En Ecuador, las estimaciones de la población indígena en 1991 difieren dependiendo del punto de vista político y van desde menos del 10 por ciento hasta más del 40 por ciento. En Chile los datos oficiales acerca de la relativa proporción de la población indígena disminuyeron la mitad en una década. Población indígena en las Américas: Para analizar las políticas de identidad de movimientos indígenas, son útiles las aproximaciones político-culturales – como las que surgieron en la década de 1990 dentro de la teoría de movimientos sociales. Primero, ellas enfatizan que los movimientos sociales se constituyen a si mismos desde un entorno político–cultural con prácticas y discursos cotidianos específicos. Eso quiere decir que los movimientos sociales no pueden ser deducidos desde factores externos y tampoco están enraizados en identidades pre-existentes. En este sentido, la identidad colectiva no está fija, sino está posicionada en un campo de fuerzas. Segundo, también la definición de “político” como un blanco de las acciones de los movimientos sociales no está fija. Al contrario, los movimientos sociales redefinen lo que puede ser considerado como político, de forma que los aspectos adicionales excluidos puedan ser politizados. Las estrategias e imaginarios político-culturales de los movimientos sociales están situados en contextos sociales que son el resultado de luchas sociales pasadas. En la teoría de movimientos sociales este aspecto es considerado en las aproximaciones del contexto político o estructura de oportunidad política. Estas argumentan que los movimientos sociales surgen y actuan en un medio ambiente social que favorece o perjudica la representación y que puede ser solamente influenciado por su acciones en una extensión limitada. Movimientos indígenas y campesinos a principios del siglo XX: Debemos resaltar que las sociedades americanas, incluso luego de la independencia, se caracterizan por la lo que durée colonial y la exclusión de la población indígena. Hasta el comienzo del siglo XX los canales de mediación política no existían, de tal manera que ellos estaban condenados a un “enmudecimiento subalterno” En América Latina la emergencia de los movimientos socialistas y comunistas a comienzos del siglo XX ofrecieron nuevas posibilidades para alianzas interétnicas que articularon – en efecto, las demandas étnicas no eran centrales – reclamos importantes de la población indígena rural. Especialmente en los Andes emergieron fuertes movimientos indígenas campesinos que tuvieron la capacidad organización de lograr la conformación de una agenda nacional y promover el proceso de construcción de identidades colectivas. A escala nacional las organizaciones de movimientos sociales encuadraron las experiencias locales fragmentadas de discriminación y explotación dentro del marco mismo de la nación. Debido a la alta concentración de población indígena en la sierra de los Andes y la estructura histórica de explotación en un sistema de colonialismo interno basado en haciendas y minas, existió una fuerte articulación de demandas e identificaciones étnicas y clasistas. Paralelamente a la creciente influencia de las alas socialistas y comunistas emergió el indigenismo, inicialmente dentro de un contexto inter-americano al comienzo del siglo XX en México. Ellos colocaron lo indígena en el centro de la comunidad nacional imaginada, apuntando a un profundo proceso de asimilación en el nombre del mestizaje. Por el contrario, en los países andinos el indigenismo tomó una dirección clasista bajo la influencia del marxista peruano José Carlos Mariátegui. A mediados del siglo XX pudieron establecerse sistemas estado-centralistas que mediaron los intereses indígenas a menudo en el contexto de movilizaciones populares revolucionarias como en México y Bolivia. En Estados Unidos, donde las políticas de terminación amenazaron la existencia de las tribus indias como comunidades distintas desde mediados de 1940 en adelante, comenzó a formarse un consenso inter-tribal y se dio el primer Congreso Nacional de Indios Americanos en 1944. En los años 60s las políticas de identidad étnica alcanzaron su clímax con alianzas temporales entre activistas de derechos civiles indígenas, afroamericanos y chicanos. No obstante, las organizaciones indígenas no abandonaron sus reclamos por un estatus especial debido a su condición de “habitantes originales”. La retórica del poder rojo culminó en la fundación del Movimiento Indígena Americano en 1968 y los eventos de protestas sucesivas que capturaron la atención de los medios a nivel mundial, tales como la ocupación de Alcatraz (1968) y Wounded Knee (1973). Simultáneamente, en los años 60s y 70s la lucha por redistribución en América Latina alcanzó su punto máximo con las movilizaciones a favor de una reforma agraria. Sin embargo, en el contexto de la Alianza del Progreso promocionada por los EEUU, la mayoría de las reformas agrarias logradas siguieron el camino de la modernización capitalista. El movimiento latinoamericano en búsqueda de cambios revolucionarios incluyó a movimientos indígenas y de bases indígenas como por ejemplo el movimiento de Hugo Blanco en Perú o el MCR en Chile, mismo que fue detenido por el golpe de estado en contra de Salvador Allende y la subsiguiente instalación de dictaduras militares y regímenes autoritarios en casi la totalidad del subconsciente.
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